sábado, 4 de julio de 2009

Mexicanos.

Lo dejé en Humaitá como lo encontré en Galeão: Sus cabellos largos y lacios, sus grandes ojos miel, su expresión siempre tranquila del que parece tener control de sí y por tanto del entorno. Siempre he sido mala para las despedidas. Comenzé a caminar contra mi voluntad y mi llanto se sintió solo porque ninguna lágrima lo acompañó. Las luces de La Ciudad, el ruido de los coches, el Bar de Pedro, el semáforo de peatones, el policía dirigiendo el tráfico en sentido contrario, distrajeron mis sentidos y me dejaron a salvo en el Mercedez Azul y Blanco que me trae siempre a casa. Las lágrimas también no acudieron cuando recargada sobre la segunda ventana izquierda lo ví por última vez y después al Real Amarillo que le haría iniciar el resto del viaje.

Tuve miedo de aquella incapacidad de externar todo lo que estaba fluyendo. Reflexioné. Entendí que tengo que aprender a decir lo que siento. No es tan fácil. Pensé en los días de la visita. ¿Por qué era tan especial mostrarle mi mundo? Tiene que ser porque lo comprende y porque le gusta también. Lo asimila. Lo comparte. Lo disfruta. Lo entiende.

Me entiende. Fuimos formados en circunstancias parecidas, tenemos inquietudes similares, nos preocupamos por problemas semejantes. Entonces recordé mi viaje del año pasado. Tuve la misma sensación con mis amigos que estaban en Paris. Pero sobre todo en el tiempo que pasé en Alemania. Y entonces percibí que salí en un modesto A320 Blanco del Gaulle y me sentí culpable por no percibir que generé el mismo tipo de tristeza que ahora estaba viviendo.

Trataré de terminar sin divagar mucho más. Sé que muchos de los mexicanos que salimos queremos regresar. Y queremos aportar y trabajar para hacer de México un "país mejor". Estoy convencida de que si regresamos realmente podemos hacer una diferencia. Afuera estamos aprendiendo otras formas, otras ideas. Yo amo mi tierra y mi gente. No estoy cerrada a vivir definitivamente fuera de mi país y ya lo he demostrado, pero siempre estoy mejor cuando me siento cerca de México. ¿Qué es una bandera? ¿Qué es un país? No creo que sentirme mexicana sea algo artificial o un nacionalismo nocivo. Ser mexicano es algo que se vive: somos un grupo de personas que nos identificamos naturalmente porque existen puentes de comunicación que son locales, ya sea geográficos o sociales: sabores en las comida, amigos y familiares, forma de hacer arte, los lugares únicos, costumbres e tradiciones, historia, clima, fiestas. Y buscamos dentro de ese entorno un beneficio personal y para los que los rodean. Mexicanos al grito de guerra, el acero aprestad...

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