viernes, 29 de julio de 2016

Alas para volar.

Tiempo estimado de lectura: 3 minutos.

Seres alados, es un tema al que le doy vueltas desde 2011. En ese año escribí muy emocionada sobre los ángeles en la entrada 3 cosas que se heredaron de los romanos. Había leído en un libro sobre la maravillosa Villa de los Misterios en Pompeya. Este verano, tuve la oportunidad de hacer un viaje a Italia y por supuesto de la primeras cosas que hicimos fue (comer pizza y) viajar a Pompeya para visitar la Villa. 



Estaba parada en la entrada de la habitación, frente a los impresionantes frescos que decoran el cuarto, haciendo preguntas a las paredes.

¿Las pinturas hablan realmente de un ritual sobre el matrimonio? En ese caso, ¿por qué un ser alado golpea con un látigo a una mujer?

¿Por qué esa expresión tranquila de la mujer que se peina los cabellos? ¿Qué nos enseña este ritual sobre el matrimonio?

No recibí ninguna respuesta.

La audioguía me dió una pista. Se conjetura que la mujer que se peina los cabellos en el último cuadro es la novia porque lo tiene dividido en seis partes, como era costumbre en aquella época.

Saliendo de la zona de ruinas de Pompeya, hice lo último que me quedaba. Comprar un libro sobre la Villa de los Misterios.

De Pompeya viajamos a Florencia, donde el primer lugar a visitar fue la Galería Ufizzi. Quería concentrarme en ver la obra de Boticelli, de la que había estado leyendo, porque tienen muchas de las pinturas que aparecían en mi libro. Sin embargo, la recorrimos toda, sala por sala, y para mí se volvió el recorrido de los ángeles. 









Alas de todas las formas, tamaños y colores. Algunas como inspiradas en ciertos tipos de aves. Adivinen cuáles dijo Migue que parecían sarapes mexicanos. xD


Además de las pinturas de las tablas y las pinturas que decoran los techos, también hay ángeles en las esculturas de la sala de Roma Antigua.


Una cosa me llamó más la atención. Las variadas pinturas sobre La Anunciación. La repetición del patrón que traía en la cabeza: un ángel y una mujer joven. 


Las respuestas comenzaron en Venecia. Un pequeño inconveniente me hizo reflexionar que un dolor pudo hacerme afrontar situaciones por las que momentáneamente me sentía superada. Entonces, en medio de la más linda serenata con las más lindas canciones, entre los canales, junto a mi compañero de vida, emociones a flor de piel, pensé que tal vez el látigo cae sobre la espalda de una joven novia y tiene el objetivo de estresar su cuerpo de manera que cuando acabe el martirio pueda sentirse relajada, con esa carita con la que se peina los cabellos.

Por supuesto, no estaré abogando por el uso de la violencia física. Pero con esa interpretación, me identifico con el nerviosismo de la muchacha antes de la fiesta de bodas y me parece injusto que a las novatas nos hayan dejado con el modelo de una mujer virgen a la que visita un ángel para decir que todo está arreglado.

Después de tantas alas en la Uffizi, es un gran salto llegar a la Capilla Sixtina y ver que éstas han desaparecido. La audioguía nos explicó que en esta representación de Miguel Angel del Juicio Final, el lado izquierdo, los salvados, son elevados por ángeles sin alas, cuyo movimiento fue representado con mucha creatividad por distintas posturas. 



Más que respuesta, la conclusión, lo que me transmite Miguel Angel es impactante: no se necesitan alas para volar. O como decía mi abuela Elvira con otras palabras: no necesito vejigas para nadar. Con nuestro cuerpo humano, nos basta.

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